domingo, 29 de marzo de 2009

TULULO III


LO QUE HAY QUE OíR...

La profesora echó un vistazo por el ventanuco desde el que se divisaba una esquina de La Caleta de Cádiz. Daba clase en un colegio de la provincia, y, aunque era sevillanac errada, los gaditanos le encantaban. Encima de la mesa de su estudio, unos cien exámenes para corregir. No se dejó invadir por la pereza, se sirvió un té frío y se' sentó a la tarea. Antes, una última ojeada a la luz inmensa sobre el mar. Los ejercicios, 4.° de la ESO, trataban sobre las lenguas peninsulares y alguna cuestión de cultura general que había conseguido ir metiendo con calzador a los chavales: un poco de arte, unas pinceladas de historia... Leyó el primero: «Los versos utilizados en España antes del Renacimiento eran, mayormente, el dodecaedro y el octoedro». ¡Virgen Santa del Rocío! No se desmorono. En el tercero de los folios, se afirmaba literalmente: «El euskera es una lengua bilingüe». Se quitó las gafas, se masajeó las sienes: no podía ser cierto. Pero lo era, porque, según otro alumno: «El euskera se cree que llegó del Cáucaso [sic] con una familia de inmigrantes». Y todo ello, claro, escrito en ,lo que quería ser un andaluz fonético. Por ejemplo: «El gallegoes de origen griego derivado del latín», que aparecía como «el' gayego'e dorihen jriego deribao del' latín»...
De pronto, yna respuesta le hizo fijar Su atención de modo especial:
«Tululo III». Allí estaba, como contestación a la pregunta número 12.
«Tululo III». ¿Tululo Tercero?, se preguntó, ¿pero cuando hablé yo deTululo II o Tululo Tercero?, ¿Qué ,habrá entendido aquella' alma cándida? Preocupada, repasó la lista de reyes, de papas... ¿Tululo Tercero?, ¿Acaso había querido decir Tululo Tres? Es posible... pero ¿quién es Tululo Tres, en todo caso? Ya está…pensó, este elemento metió aquí a algún cantante de moda o algún personaje de
«Gran Hermano», armándose un taco. Se preparó otro té, más frío aún. Ahí fue cuando se le 'encendió la bombilla. Recordaba, en efecto, haber explicado algo de pintores famosos en una de las clases. Recordó
enseguida que había insistido mucho en que prestaran atención, que aquello iba a ser asimismo materia de examen, que guardaran silencio. Sí, incluso había llevado diapositivas al aula... La intuición le fue creciendo dentro como un irresistible golpe de mar. Algo tenía que ver el«Tululo III» de los demonios con aquella jornada. Algo, pero qué. Agitada, fue en busca de la cartera donde guardaba las Preguntas del,examen que había puesto. ,Encontró la de marras y aún quedó más perpleja. La había formulado así: «Escribe elnombre de algún pintor francés famoso». Y Tululo III ¿qué tenía que ver con eso? Ella misma fue repasandoen su memoria los artistas franceses:
Monet, Manet, Pissarro... Sisley, Delacroix, Renoir...Gauguin... Cuando cayó en la cuenta, hubo de sentarse de golpe en el sofá. Aquella clase se le vino al punto, imagen tras imagen, palabra tras palabra: «A ver, niños,' hoy vamos aestudiar a un pintor muy bohemio y muy bueno que se llama ToulouseLautrec». Y, claro, ¿cómo pronuncia esa frase una sevillana adoptada por Cádiz? Muy sencillo: «Vamo a estudiá a un pintó mu bohemio y mu güeno que ze yama Tululotré» Y el niño, sabedor de Felipes III, de Carlos III, de Abderramanes III, de tanta gente que ha sido III en la historia, no tuvo duda al copiar en su cuaderno el nombre del artista: «Tululo III». ¡Ole y ole, chaval!

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